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Del esplendor al ocaso de la dinastía Pereyra

Editorial: sobre la familia política de Villa Dolores

Ningún dolorense podría negar la importancia que tiene el nombre de Juan Manuel Pereyra en la historia local. El hombre que se armo desde abajo, con verduras y neumáticos, se convirtió en un empresario exitoso. Al tiempo ganaba una elección, luego otra y finalmente dos más. Con cuatro elecciones ganadas se transformaba en el hombre que más veces ocupo el ejecutivo de Villa Dolores.

Como si esto fuera poco, ocupo cargos en el legislativo local y llegó a una banca de diputado nacional. Pese al poder y los éxitos acumulados nunca dejó de ser “El Juan”. Nunca fue ese político docto y de la alcurnia que ocupa cargos. Sin grandes recursos logró convertirse en un icono de la historia viviente, sus gestiones cambiaron Villa Dolores.

Pero como todo gran político también cometió algunas cosas que quedaron en la lupa de la opinión pública, y que hoy buscan ser judicializadas.


La obras del último Juan


Las últimas dos gestiones de Pereyra se caracterizaron por su acercamiento al kirchnerismo y su militancia feroz por éste espacio. Paso de Radical liso, a Radical K y luego a kirchnerista. Quizás le falto cantar la marcha peronista para ser un hombre de las filas del partido fundando por el general.

Con una guardia de honor, las bastoneras, Pereyra se movía como un líder militar acompañado por chicas que buscaban un lugar de privilegio en algún acto. Gadafi, el ex líder libio, se movía con su Guardia Amazónica (mujeres entrenadas en artes marciales) y Pereyra con sus bastoneras.

Llegaban fondos de Nación, era la época de oro del kirchnerismo alimentado por las subas de los precios de la soja. Cientos de dolorenses especulaban que ese dinero fuera a parar en desagües, viviendas o asfalto. De más estará marcar que esa deuda aún sigue pendiente. Pero Juan, como todo gran hombre de política, quería dejar enormes obras de cemento. Se ve que no debe haber mayor ego político que dejar una placa en una mega obra.

Lo primero que realizaba era el “Centro Cívico” dónde iría parte de la municipalidad. La casualidad es que hoy ese nombre lo lleve otro centro político... Una obra majestuosa para albergar el Poder Ejecutivo y Legislativo local. Quizás otra locura como la de  CeauÈ™escu, el líder rumano, que inauguraba un coloso edificio para el parlamento en un país que cada vez iba más para atrás.

Otra de sus grandes obras fue un teatro griego para 10.000 personas, más de un critico pensó que ese concreto hubiese sido mejor en las calles. Pereyra inauguraba la enorme obra de la mano de Cristina Fernandez de Kirchner. El clímax del dirigente dolorense había llegado a niveles estratosféricos.

Las obras que no fueron

Don Juan seguía con su construcción masiva, prometía un Parque Industrial y una industrialización más veloz que la que llevó la URSS en la década de los 30. Puestos de trabajos, fabricas y una aduana seca. Parecía que en cuestión de meses Villa Dolores comenzaría a vivir bajo el fordismo. La revolución industrial estaba cerca. Ni un plan quinquenal de Stalin había prometido tanta industria.

Al final el Parque Industrial terminó con más irregularidades que las gestiones del COE en pandemia. No había escrituras, gas natural y se tenía a menos de 800 metros un vertedero de basura. Imposible que bajo semejantes condiciones una industria buscara radicarse en un lugar con esas características.

Al final fueron unos pocos emprendedores locales los que jugaron a arriesgarse en el ya “campo industrial”. Las promesas fueron un preludio de la lluvia de inversiones de Macri.

En forma paralela Pereyra hablaba de crear una universidad en la ciudad para beneficiar con mano de obra industrial a las fabricas. Compro un terreno y armo un edificio. Ahí quedo todo, ya que la Villa de Merlo tuvo universidad y Villa Dolores se quedo con las ganas.

Pero Juan no se quedaba atrás, y lanzó su obra más potente: cloacas para Villa Dolores. Llegaron caños, se armaron los piletones y los fondos de CFK ya venían. Al final los caños quedaron por algún galpón. Como si fuera poco los piletones fueron realizados a escasos metros de un dispensario y un jardín de infantes. ¿En qué cabeza queda construir una planta de desechos cloacales al lado de dónde viven vecinos?

Pero la frutilla del postre fue la inaguración de una terminal que nunca funcionó. Fue la última jugada de Pereyra, ya sin fondos de Nación y marchándose de la intendencia. Parecía como cuando Corea del Norte se lanzaba a querer construir el hotel más alto del mundo a fines de los 80, obra que quedaría parada en el tiempo, como esos elefantes blancos que están ahí para decirnos: los sueños de tiempos mejores quedaron cristalizados.

Al final, cuando el poder domina al ser humano todos nos parecemos. Terminamos cometiendo los mismos errores.

La jugada que maestra que no fue: su hija como intendente

Se especulo que Juan quería hacer la gran Hugo Chávez y tener una reelección indefinida. El hombre no tuvo la suerte del venezolano y se quedo con las ganas. Pero saco una carta maestra: poner a su hija como candidata, que ya había estado en acción social y jefa de gabinete en sus gestiones.

Juan primer concejal y Gloria a la Intendencia. La jugada era clara: la estrategia de mandar atrás de las sombras. Un Mao Zedong cualquiera.

Las cosas salieron como se esperaban: Gloria ganó y el palco se colmó de dirigentes K de primera línea. El kirchnerismo, que llevaba a Scioli, jugaba con la esperanza de multiplicar por mil el primer triunfo electoral del año.

Pero a los meses Gloria decidió que la que mandaba era ella, y Juan tuvo que irse. Desde ese entonces en cinco años la relación política y familiar termino con grietas por todos lados. Casi como los conflictos de una dinastía como la Románov, sólo que con menos glamour.


La segunda de Gloria

Gloria se la jugaba por un segundo mandato, esta vez sin el apoyo de su padre, que jugo para la oposición. Más de uno se preguntó: ¿en serio jugás en contra a tu propia hija? Y sí, Juan hizo eso; parecía un nene chiquito como Trump que no quería seguir perdiendo.

La campaña opositora llevaba a Cristina Vidal como candidata. Cristina tenía más asesores atrás que candidato de una interna del Partido Demócrata. Prometieron tanto que solo les faltó decir: we make great Villa Dolores again. Trump era más coherente que el justicialismo tirando plata para ganar una elección. El clientelismo político había copado Villa Dolores, se repartieron más bolsones y chapas que cuando pasó el Katrina. Los cheques de Oscar González volaban por todos lados, parecían patadas en una película de artes marciales.

Con todo este escenario el PJ parecía que iba a destronar a Gloria. El dinero que invirtieron era como para armarse un equipo de fútbol y disputar el ascenso. Pero finalmente el justicialismo termino como Belgrano de Córdoba, sin ascenso. Perdieron pese a que pusieron toda la carne en el asador. Era el triunfo de Gloria contra su padre.


La nueva Gloria

Comenzaba el año con enormes dificultades para la primer mandataria: perdían la vida dos obreros en una obra municipal, tenía que sacar de encima algunos empleados y encima le caía una pandemia. Obviamente, la oposición humillada tiro artillería de alto calibre contra Gloria. Más de uno deslizó: no va a aguantar, renuncia y la victoria de Vidal es nuestra.

Pero las cosas no fueron así, la resistencia que puso la mujer de la dinastía Pereyra fueron tan rígidas como las Murallas de Constantinopla. Y sí, algún historiador podrá objetar como luego de más de 15 intentos las murallas cayeron, pero pasa que la oposición de Villa Dolores no tiene el genio estratégico de los otomanos. No es por ofender, pero es complicado comparar a alguien con Mehmed II.

Lo que le falta a Gloria para tener una defensa fuerte son tropas de élite, con la ida de Juan se fueron muchos pesos pesados de la política. La municipalidad se llenó de gente joven y muy elegante. Hermosas personas, pero poco preparadas para una gestión de crisis. El ejecutivo se llenó de gente como el Rey Luis XIV y María Antonieta.

El derrumbe de una dinastía

Los Pereyra pasaron de monopolizar el poder en Villa Dolores a terminar haciendo una novela de carácter nacional. Gloria terminó denunciando a su padre por la obra pública – sí, esa que mencionamos más arriba – el sentido es difícil de entender. ¿Por qué ahora? Miles de conjeturas podremos realizar, pero no sabremos cuál es la real.

¿Quién habrá sido el Rasputín que asesoro a Gloria?

Quizás estemos viendo como se resquebrajan los ladrillos del muro feudal de Villa Dolores. Probablemente quede poco tiempo de poder para los Pereyra y los Gonzalez. Esto no significa que Villa Dolores vaya a avanzar hacía el progreso capitalista, quizás ascienda una nueva aristocracia gobernante.

El tiempo lo dirá...


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