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Traslasierra: romper con el caudillismo para avanzar

Editorial sobre la región.

Traslasierra se gesto aislada de la vida provincial. Tuvo que llegar la década de los 80 para que el acceso a Córdoba capital fuera más ágil. Sin embargo, continúa siendo distante si se compara con otros puntos de la provincia. La única ciudad del oeste de Córdoba es Villa Dolores, cuya población no supera los 50.000 habitantes. Tampoco tiene servicios sanitarios, educativos y comerciales propios de una ciudad. Los transerranos se ven obligados a viajar varias horas para buscar un especialista en salud o hacer algún tipo de trámite público. Ni que hablar de aquellos que tienen que migrar para obtener una mejor calidad de vida. Será tal la magnitud del aislamiento que tiene la región, que aquel que trazó los caminos que conectaban la zona con la capital provincial se convirtió en santo; sí, Brochero. Esta situación tan particular de aislamiento, género ciertas cosas positivas; tales como: mantenimiento de una cultura propia, una tonada característica, preservación del medio ambiente y un nivel de tranquilidad alto. Pero ya es momento que la región reclame un lugar en el tablero provincial, no basta con dádivas del gobierno. Se requiere un hospital de alta complejidad, universidad y un plan de fomento del empleo. El oeste cordobés debe exigir formar parte del desarrollo de la provincia. Tenemos que despegar y dejar de ser una de las regiones más pobres de Córdoba. ¿Pero cuál es el principal problema? El caudillismo. La zona todavía es gobernada bajo la órbita de viejos patrones de estancia, los cuales cortan la cabeza a cualquier intento de desarrollo autónomo de la región. Parece que el atraso es lo que les permite mantenerse en el poder y conservar privilegios de una oligarquía de siglo pasado. Ocurre que el caudillo necesita de la miseria para conservar su poder. Una ciudadanía libre es aquella que depende de si misma para el sustento diario. Los autoritarios tienen terror, ya que saben que aquellos que no dependen de sus miserias pueden actuar de la forma que quieran. Mientras la única forma de progreso sea ser amigo del caudillo, nuestra condena será el atraso. La mejora en nuestra calidad de vida vendrá por la iniciativa ciudadana libre de las viejas prácticas. Es momento de romper el miserable cheque y pedir que nos den lo que nos corresponde. No se puede vivir de por vida alimentándose de las migas que caen de la mesa, cuando somos nosotros los que hacemos el pan. Si el tirano nos parece gigante, es porque sus vasallos todavía siguen de rodillas.

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